CARTA A GARIZ
TQuerido...o quizá
querida Gariz:
Ayer he leído varias veces y con mucha atención tu artículo
titulado “Como los primeros”.
Nos hablas del individualismo actual y nos recuerdas el sentido de comunidad
que tenían aquellos primeros cristianos. Para mí, todo ello
es una clara reflexión sobre lo que los cristianos deberíamos
ser y lo que en realidad somos.
¡Cuántas
veces he pensado en esto que tú tan fácilmente has expresado!
Y... ¿Sabes lo que opino?, ¿Sabes por qué no caminamos
cogidos de la mano?, ¿Por qué no rezamos unidos?, ¿Sabes
por qué no formamos un mismo corazón?...Porque no hemos interiorizado
el valor de la fraternidad. Mejor dicho, el don de la fraternidad.
La mayoría de nosotros nos conformamos con ser amigos leales, colaboradores
de pequeñas o grandes obras, solidarios con este o aquel proyecto;
pero nada más. Amigos, colaboradores, solidarios...pero no hermanos.
Si realmente sintiéramos el don de la fraternidad, que nos viene dado
por ser hijos de Dios, nos comportaríamos como hermanos, como esos
primeros cristianos a los que tú, Gariz, te refieres en tu artículo.
Actuaríamos igual que ellos. Entonces sí que nos juntaríamos
para caminar, sí que rezaríamos unidos, sí que formaríamos
un solo corazón.
En fin, Gariz, ya ves que tu artículo no me ha dejado indiferente.
Ni a mí, ni probablemente a otras personas que lo hayan leído.
Por eso con esta carta quiero darte las gracias por habernos hecho pensar
en lo esencial: somos hermanos y debemos caminar juntos anunciando y compartiendo
nuestra fe.
Un abrazo para todos y muy especialmente para ti, Gariz.
P.