Cada vez me doy cuenta de
que pertenezco a una minoría extrañísima en España.
Lamento reconocer que nuestra familia no es políticamente correcta, ya
que en ella no hay ningún musulmán, preso, homosexual, cineasta
o actor de moda, político nacionalista, drogadicto, maltratador-a, maltratado-a,
inmigrante ilegal, abortos provocados o eutanasias activas.
Nuestro problema es que vivimos en Madrid, los niños estudian, confieso
que en un centro concertado, y los mayores trabajamos y pagamos los impuestos.
Para empeorar la situación, somos católicos creyentes y practicantes.
Me gustaría preguntarle al Presidente del Gobierno si tiene algún
plan para minorías como la nuestra, a la que lo que le preocupa es la
seguridad ciudadana, el terrorismo, que funcione la justicia, la educación,
la sanidad y las infraestructuras, y que en lo demás nos dejen en paz.
Como sugerencia, podían empezar por tratarnos, al menos, como al burro
ibérico y crear una Fundación para la Protección de la
Familia Autóctona del País, y declararnos especie en peligro de
extinción.
Adrián Fernández Sabido